La escultura que salvó a un niño (II)

Ha pasado mucho tiempo, y el alma de un niño ha estado dormido. En un principio apretaba los ojos para evitar sentir el sufrimiento de toda una ciudad, gritos y llantos de sus habitantes, destrucción de edificios que muestran unas ruinas que parecen históricas del antiguo Imperio Romano, naturaleza quemada cuyo olor no puede ser más desagradable. Desde luego, hay sucesos en que un niño puede verlo, siempre, con buenos ojos, pero hay otros que no. Como un trauma que aparece en tu interior cuando ves, por error, una película tan sangrienta y terrorífica, que te causa tanto miedo que tienes pesadillas por las noches, además de mojar tu cama.

Con el paso de los años, la escultura siguió ahí, quieta, en el pórtico de un museo en ruinas, aunque se puede apreciar aún la estructura de los pisos y algunas salas al aire libre. En esos años ni el águila ni el niño han despertado, siguen durmiendo. El águila quería que el niño madurase, que viera con sus ojos lo que está sucediendo en vez de pensar en jugar, y mostrar una sonrisa como si nada pasara a su alrededor. El niño recordó antiguas palabras del águila de que jamás quitara esa sonrisa. Que ahora le pida lo contrario, siente que, en verdad, algo turbio está sucediendo, pero prefirió dormirse por dentro, pero continúa sonriendo por fuera.

La que fuera directora del recinto volvió para contemplar y enfrentarse a la realidad. Sus ojos veía su edificio roto, infinitos trozos de escombros dejándolo en ruinas. No se preocupó de su futuro, al fin y al cabo nadie puede adivinar si irá a mejor, o a peor, según cómo evoluciona la persona en el ahora. Por ello, enfocó su vista a la escultura. No podía creer que siguiera intacta. Al tocarlo no sintió esa emoción especial como la primera vez, ésa emoción que te hace ser humilde y sonreir, de tranquilizarte de que vendrán mejores tiempos. Tal vez intuye que el alma del niño estaba dormido.

Al no sentir nada, decidió entrar a ver si la sala secreta sobrevivió. Pasaron tres o cuatro años desde ese escabroso episodio, de su huida dejando su talento atrás para sobrevivir. Estuvo viviendo en otro país, trabajando para ganarse el pan del día a día, Es obvio, que gran parte de los habitantes de Sarajevo se mudaron a otro lugar balcano, otros prefirieron alejarse de la Antigua Yugoslavia emigrando a otro país para probar mejor suerte y oportunidad. La que fue directora del museo parecía que buscaba un tesoro, o una aguja en un pajar. No quería robar obras de arte, o aprovecharse de alguna reliquia para ganar dinero extra. Quería encontrar otra cosa, más especial, y que ella considera un preciado tesoro.

La sala secreta logró, en gran parte, sobrevivir a la masacre. Ella pudo entrar, con cierta dificultad, pero siempre atenta por si vuelve a sonar una alarma de evacuación, pero logrando dirigirse hacia su meta: un escondrijo empotrado. Una falsa pared hueca donde guarda papeles que para ella no le son de importancia, pero sí una caja dorada cerrada con condado que precisa de contraseña numerada para poder abrirla. En su interior hay una foto que muestra a tres niños, más bien bebés; dos gemelos más grandecitos de unos tres o cuatros años, y una niña recién nacida. Ante un descuido, un fuerte viento le arrebata la foto de sus manos. La mujer se desespera ante la posibilidad de pérdida de la foto, pero la parte trasera de la escultura logra pararlo, logra salvarlo de su vendaval destino.

El niño escucha las risas de tres bebes. Los mismos tres de la foto. Puede sentir cómo dos de ellos juegan con una pelota. Lo que el niño ansiaba siempre, pero sigue amarrado a los espinos. Sigue castigado, pero no pierde la esperanza, porque decidió despertarse después de tanto tiempo, para contemplar, con felicidad, a esos dos niños jugando y haciendo payasadas. El niño de la escultura, se reía con ellos. El águila también se despierta y, aunque en principio dudaba de su madurez, prefirió dejarle el paz, que aprenda por si mismo a su tiempo, y que sea feliz cuanto más tiempo pueda. El niño también veía las risas de una niña en un cochecito de bebé. Pudo adivinar que son hermanos. Qué sentimiento, qué felicidad.

La mujer coge la caja dorada consigo, va hacia la escultura y logra coger la foto. Le da tres besos, cada uno para cada niño. Rodea la escultura y vuelve a contemplar al niño feliz. Intenta escalar los espinos para dar un beso a sus dedos índice y corazón de su mano derecha, para luego acariciarlo, con esos mismos dedos, a la mejilla del niño de la escultura. El niño pudo sentir esos besos sinceros, y está sonrojado. Los niños gemelos le dice que vaya jugar, pero antes de que pudiera liberarse de los espinos, suena una nueva alarma de evacuación. La mujer se asusta, le da un abrazo complacido y le agradece a la escultura por su grata compañia. Le sonríe por última vez, y huye corriendo, junto con otras personas que también sienten temor y terror.

El niño se sigue preguntando de qué atroz peligro se escapan las personas, qué forma tiene ese peligro que hace destruir y quemar casas, por qué atormentan u obligan a las personas irse de sus tesoros que le dan bienestar y felicidad. Por qué razón ese peligro se lo quieren arrebatar. El niño ve como un tanque de guerra aparece en su campo visual, y siente que la misma tierra tiembla ante su presencia. El águila lo tranquiliza, En el tanque se puede ver a un soldado manejando una ametralladora. El soldado apunta con su arma hacia la escultura, bromea como si estuviera disparando, imitando el sonido de las balas, de los tiros, como si fuera dirigido a una persona de verdad. El niño empieza a asustarse. El águila, intranquilo, le chilla para que se aleje. El tanque apunta su objetivo,, un edificio pegado al museo, con su cañón y dispara. El soldado que estaba en el exterior entra en el tanque, y continúa su trayecto.

El techo del antiguo museo se viene abajo y destruye una extremidad de la escultura. El niño empieza a romperse, su brazo derecho no tiene a quien aupaba, al águila, que cae al suelo hecho pedazos. No siente dolor físico, al fin y al cabo, es un ser de material inerte, que recibió la bienvenida a la vida para llevar una impresión de la sociedad que tengan el placer de visitarla. El niño siente el dolor, más profundo de lo que él mismo cree. Es un dolor sincero, con alma que describe, a la perfección, su pesar al perder a su compañero que lo acompaño desde que tiene razón propia, Cuando abrió los ojos, a quién primero alzó su vista, no fue hacia su creador, fue hacia el águila. De aquella, no sintió miedo, si no más bien, júbilo, gratitud y felicidad, en ese orden. "Ahora no estás conmigo, espero que hayas podido volar tan alto hasta alcanzar las luces del sol o de la luna, y veas distintas bellezas y folklores, y que puedas regresar para contármelo". Que no tenga parte del brazo derecho, no le importa, sólo desea que el águila se encuentre bien en su viaje.

Empieza su madurez, de ser adulto, pero por otra parte no está en la labor de perder su esencia: su sonrisa.

Continuará.




Os adjunto un video con la canción "Suus" de Rona Nishliu, una cantante albanesa de origen kosovar. Suus significa 'lágrimas' en castellano, y ofrece un tema dramático que narra cómo una chica está en plena ruptura, ve marchar a su amor durante un suceso bélico en su ciudad. No puede evitar llorar, y lo expresa, de manera magistral, en su actuación. Ella deja a su amor marchar, pero ella tiene obligación de quedarse. ¿A quién llora? ¿A su amor? o tal vez ¿A su ciudad en guerra? La letra no lo especifica.

Después de haber soñado con esta historia, y plasmarlo en unos pequeños bocetos (en la entrada anterior ya pudisteis ver uno, y en la próxima, habrá más), oí esta maravillosa canción. Me sirvió de inspiración y de total ayuda para narrar y completar la historia, en ocasiones poética, de cómo una escultura salva a un niño. Puede funcionar como perfecta 'banda sonora' mientras estás leyendo este pequeño ensayo. Cuando la ví la escenografía, oí su voz, y leí su letra, me vino una mezcla de sentimientos en mi interior, desde la alegría,, el arte, el llanto, incluso la pena. Cerré los ojos y fue ver imágenes de mi sueño como si fuera un corto o largometraje cinematográfico.

Que bonita es la humanidad cuando utiliza sus manos para crear arte, y permitir que otras personas conozca su origen, su cultura y, sobre todo, su talento.

Espero que os vaya gustando la historia, así como la canción que os puse. Feliz lectura.

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